Tenemos dos hijos adoptados, diagnosticados con TDAH y retraso madurativo, cada uno con una particularidad diferente. El caso de nuestra hija se puede considerar el más problemático ya que tiene un mayor retraso madurativo que su hermano.
Desde que tenían cuatro años hemos peregrinando por multitud de psicólogos, pedagogos y terapias diferentes.
Durante dos veces por semana hemos llevado a nuestros hijos a terapia psicológica, de estimulación cognitiva, psicomotricidad etc. El desgaste en términos económicos y emocionales fue tremendo. En cualquier caso lo haces porque es lo único que te queda.
A lo largo de estos años hemos escuchado diagnósticos desoladores por parte de los profesionales. El colmo fue cuando una psicóloga del colegio (parecía ser que el nuestro fue el primer caso que tuvo nada más entrar en el centro y quería lucirse) nos citó y con mucho boato, tratándonos de usted, nos comentó que si la niña seguía así que no podría ser escolarizada. Fue como un jarro de agua fría. Yo salí llorando de la reunión, la verdad es que la falta de tacto fue tremenda. También pasó por un neurólogo que nos recetó unos anti-psicóticos y en el informe puso que la niña tenía rasgos autistas y psiquismo límite.
Ya siendo un poco más mayor, otros terapeutas nos dijeron que la curación no es posible, que solamente se podría mejorar la calidad de vida, y que su capacidad era limitada. De hecho no les faltaba razón pues cuando la niña salía de terapia parecía más torpe a la hora de hablar o con más retraso del que tenía.
Yo pienso que muchas veces uno es el reflejo de la etiqueta que los demás ponen sobre él.
Durante todos los años de terapia, veíamos que su evolución era muy relativa por no decir nula. De todas formas entiendo que eso es lo que se espera de las terapias psicológicas: que el niño
pueda vivir con su problema y aprenda una serie de pautas de comportamiento que mejoren su vida. Ahora curarse, jamás !!!
El tema de la medicación es otra historia. Al inicio parece milagrosa. El mismo día que se lo das, en el caso del niño, éste empieza a ser otro. Está super tranquilo y sereno. Esto dura un periodo corto de tiempo.
Cuando se levanta por la mañana parece un auténtico monstruo. Empieza a chillar por toda la casa, a maltratar al perro y a su hermana, a dar golpes por todas partes. Entonces te acuerdas de la pastilla milagrosa.
En cosa de 15 minutos se empieza a hacer el silencio. El niño se queda como un trapillo, completamente mudo, no le sacas ni una palabra. Eso sí, empieza a estudiar y a mejorar la letra...hasta que el efecto pasa.
En el Cole está súper concentrado pero pasa de todo.
En el caso de la niña, sobre todo por la tarde, empezaba el espectáculo. Montaba unos pollos de tirarse horas llorando, en la calle en el Super , si no le comprabas algo se tiraba al suelo y se paralizaba el súper entero. algunos miraban con pena, otros me daban consejos. Yo me quería morir...
Luego llegaron los efectos secundarios. El niño dejó de comer, adelgazó muchísimo, dejó de crecer, empezó a mover compulsivamente la cabeza hacia atrás, se mordía las uñas. Aún así le dábamos la medicación porque no podíamos soportarle. Era una especie de fiera. La niña también empezó con los tics en la boca. su medicación parece ser que cambia el metabolismo y te da un hambre voraz. Eso sí a las ocho de la tarde no dejaba de montar el pollo. Ya la decíamos que eran las ocho, la hora de montarla.
En esta situación tan desesperada, encontramos un centro dende imparten el método Doman de estimulación neuronal. Como no teníamos nada que perder, fuimos a informarnos. Desde luego el razonamiento que nos daban nos pareció muy lógico, pues en el caso de nuestros hijos es cierto que tenían una desorganización neuronal, por sus circunstancias en el nacimiento y los primeros meses de vida. Total que fuimos a hacer los ejercicios.
En total entre los dos, creo que salían como dos horas y media diarias. Casi nos da algo, empezamos con ilusión pero veíamos que el camino iba a ser muy duro.
En nuestro caso durante las primeras semanas en el niño no notábamos nada de nada. En cambio en la niña había pequeños destellos de comportamientos que nos hacían pensar que algo pasaba. empezó a hablar mejor, estaba como más espabilada, más metida en el mundo. Era muy poco pero algo se veía. Antes de la primera revisión a los seis meses de hacer los ejercicios , ya nos comentaron en el colegio el cambio de la niña, que estaban impresionados. Estaba más concentrada en el Cole y estaba más motivada para aprender. Ya entonces les comenté que te estaba haciendo estos ejercicios, y les pareció increíble. En cuanto al niño seguía igual sin cambiar nada de nada.
Luego llegaron los efectos secundarios. El niño dejó de comer, adelgazó muchísimo, dejó de crecer, empezó a mover compulsivamente la cabeza hacia atrás, se mordía las uñas. Aún así le dábamos la medicación porque no podíamos soportarle. Era una especie de fiera. La niña también empezó con los tics en la boca. su medicación parece ser que cambia el metabolismo y te da un hambre voraz. Eso sí a las ocho de la tarde no dejaba de montar el pollo. Ya la decíamos que eran las ocho, la hora de montarla.
En esta situación tan desesperada, encontramos un centro dende imparten el método Doman de estimulación neuronal. Como no teníamos nada que perder, fuimos a informarnos. Desde luego el razonamiento que nos daban nos pareció muy lógico, pues en el caso de nuestros hijos es cierto que tenían una desorganización neuronal, por sus circunstancias en el nacimiento y los primeros meses de vida. Total que fuimos a hacer los ejercicios.
En total entre los dos, creo que salían como dos horas y media diarias. Casi nos da algo, empezamos con ilusión pero veíamos que el camino iba a ser muy duro.
En nuestro caso durante las primeras semanas en el niño no notábamos nada de nada. En cambio en la niña había pequeños destellos de comportamientos que nos hacían pensar que algo pasaba. empezó a hablar mejor, estaba como más espabilada, más metida en el mundo. Era muy poco pero algo se veía. Antes de la primera revisión a los seis meses de hacer los ejercicios , ya nos comentaron en el colegio el cambio de la niña, que estaban impresionados. Estaba más concentrada en el Cole y estaba más motivada para aprender. Ya entonces les comenté que te estaba haciendo estos ejercicios, y les pareció increíble. En cuanto al niño seguía igual sin cambiar nada de nada.
En la revisión la niña pasó de un 74% de funciones cerebrales a un 86% , una barbaridad. El niño se mantuvo en el mismo porcentaje de seis meses atrás. En cambio, en los 6 meses siguientes el niño empezó a tener mejorías, estaba más tranquilo. Fue entonces cuando decidimos quitarle la medicación, pues efectivamente se veía que ya no la necesitaba. Aunque estaba algo inquieto se le podía soportar bastante bien. Su evolución en esos 6 meses fue increíble.
Ahora después de un año y medio de ejercicios, (al final tuvimos que pagar una estudiante que nos ayudara algunos días) no son ni la sombra de lo que eran. Son niños modélicos. Su comportamiento en general es buenísimo. En los estudios van despacio, pero van. De hecho casi están empezando ahora con los estudios, pues han olvidado la mayoría de las cosas que aprendieron con las pastillas (anfetaminas por cierto aunque se llama metifeldinato).
Es cierto que a veces desesperamos porque queremos más, que mejoren aún más. Pero creo que lo mejor es mirar atrás y ver sus progresos. Ahora puedo decir bien alto que para mí se HAN CURADO. Son libres de la medicación y están fenomenal. Todo ello gracias a este método del que desconozco su base científica, pero que el cambio que ha hecho en estos hijos míos ha sido milagroso. Desde luego el trabajo es durísimo, cambia radicalmente a la familia. Pero merece la pena.
Todo nuestro entorno no para de decirnos el cambio que han visto en ellos. Cuando lo dicen no quiero imaginar cómo los veían antes de la terapia y lo que habrán pensado de ellos sin atreverse a decirlo.
Nosotros seguiremos en este camino, pues es el camino de la esperanza
Un saludo
J. B. (Madrid)