miércoles, 27 de agosto de 2014

114. LA MEDICACIÓN EN EL TDAH


Fuente: Pilar Vergara

Querid@s amig@s:
No se para de hablar del TDA y TDAH, de la medicación y como es normal hay opiniones para todo.
La mayoría conoce mi opinión por las publicaciones en Facebook y los comentarios que haya podido hacer, pienso que es un error que pagaremos caro en la siguiente generación y defiendo a capa y espada la investigación de cada caso a fondo e intentar ir a la causa del problema y no a la sintomatología.
Os dejo la carta de una madre con 2 hijos diagnosticados y uno de ellos tratado con pastillas. Entiendo que cada caso es distinto y no digo que no haya casos en que la medicación sea la única vía, pero también veo en mi consulta cada día con la ligereza que se diagnostica y se prescriben los fármacos, vamos a lo rápido y fácil, pero, ¿Eso significa que es la mejor solución para nuestros hijos? ¿No nos pesará el día de mañana?¿No nos paramos nunca pensar el tremendo interés que hay detrás de las farmaceúticas?
Os dejo con la carta y cada uno que se haga estas preguntas a si mismo, lo fácil es seguir la corriente y no pensar, lo difícil es enfrentarse a todos y plantarse.
 
A quien pueda interesar:
 A través de estas líneas, solo pretendo contar mi experiencia (mejor dicho, la de mis hijos), después de que los mismos hayan finalizado su terapia visual:
Soy madre de 2 niños, de 14 y 12 años de edad respectivamente. Los dos han sido diagnosticados de TDA,  la mayor con hiperactividad, y el menor, sin ella. Con ambos he tenido problemas de consideración en el colegio, afortunadamente sin fracaso escolar, pues tengo la suerte de que los dos son inteligentes y aprenden casi del aire, pero ello no ha impedido que en el cole se hayan visto relegados como los malos, traviesos, molestos, etc.… en el caso de mi hijo, con 9 años, le calificaban como el ”vago-revago”. Obvio decir como estaba la autoestima de mis hijos…, por los suelos.
Después de acudir a un gabinete psicológico con mi hija mayor (entonces tenía 9 años), de rellenar unos cuestionarios (padres y profesores) completados cuando más cabreada estaba con la situación, y de pasar la niña unos Test DSM, fue diagnosticada de TDAH. Al día siguiente ya le había prescrito medicación (Concerta). Lógicamente, comencé a darle la medicación, pensando que servía la solucionar un problema. Con el tiempo observé que sólo servía para mitigar y camuflar algunos síntomas (sobre todos el exceso de actividad física) pero continué medicándola por prescripción médica.
Poco tiempo después empezaron a surgir los problemas con mi hijo (en torno a los 8-9 años), actué de forma diferente (ya se sabe, de los escarmentados nacen los enseñados…). También fue diagnosticado de TDA (sin hiperactividad), a través de los cuestionarios y test DSM. Pero en este caso actué de forma diferente: me dediqué a buscar las causas del problema y soluciones, y no me fijé tanto en los síntomas.
Aquí es donde me llama la atención el artículo. Después de dar muchas vueltas, tuve la suerte de dar en mi ciudad (Albacete) con una Optometrista Comportamental que profundizó en los problemas de mi hijo, evidenciando la necesidad de una terapia visual que después se complementó, a raíz de una consulta con un prestigioso Neurólogo catalán (Dr. Ferré), con un tratamiento para integración de reflejos y estimulación del cuerpo calloso del cerebro para tratar el problema de lateralidad que se evidenciaba como causante de base. Todo se complementa con tratamiento psicológico para mejorar la autoestima del niño, ejercicios de atención y favorecer sus relaciones sociales, pues no olvidemos que a los 10 años la autoestima del niño era prácticamente inexistente, hasta el punto de adoptar la decisión de cambiarle de colegio, lo que fue un acierto.
Afortunadamente, la terapia ha comenzado a dar sus frutos y hemos evitado, en el caso de mi hijo, la medicación.
Tal es el caso que, a pesar de que mi hija estaba medicada y obtiene buenas notas en el cole, también en su caso he preferido profundizar en las causas del TDAH para buscar soluciones. Consulte con la Optometrista y con el mismo Neurólogo, quienes, después de muchas pruebas, me confirmaron casi lo que ya sabía: mi hija no tiene TDAH, ni existe motivo para medicarla con anfetaminas a diario (después de tres años de medicación). Tan sólo evidencia un problema de visión muy considerable (y tratable con la terapia visual oportuna), además de un problema de bloqueo probablemente causado por el excesivo estrés que sufrí durante la gestación de mis hijos y en sus primeros años de vida, causado por la pérdida de una hija anterior: los hijos no son ajenos a nuestros miedos y a nuestro estrés, incluso desde el momento de la gestación.
Actualmente, mi hija de 14 años ha finalizado su terapia visual y yo le he   suprimido la medicación sin haber notado demasiado cambio en su conducta. En el caso de mi hija coincidimos con la pubertad (etapa idiota donde las haya), pero afortunadamente sus resultados escolares son bastante buenos. Incluso se percibe en ella un interés por la lectura que yo daba por descartado incluso estando medicada.
Espero que este testimonio resulte útil a otras personas que, como yo, estarán dando tumbos de un sitio a otro, e incluso medicando a sus hijos con cierto reparo. No duden en investigar las causas, probablemente encuentren algo que puedan solucionar y evitar una medicación que sin duda, a la larga, tendrá sus consecuencias…
Un saludo,
Antonia Martínez.
Albacete.